La escolarización moderna, a pesar de su prédica igualitaria, en la época de la gran producción y universalización del consumo mercantil, permitió acceder solo a los rudimentos de la lectura y escritura. La formación superior, en la nueva sociedad moderna, en general, fue para las capas medias y altas de la población. Los intentos, en las transiciones de la antigüedad al feudalismo, de unir el trabajo intelectual y el trabajo manual habían quedado provisionalmente unidos al servicio de Dios donde la lengua del gobierno y las misivas había sido el monopolio de una pequeña élite. La revolución científica sin precedentes, en cambio, provocada por el ascendente capitalismo, planteaba disfrutar de la conquista de la automatización que reemplazara la labor agotadora. Esa “emancipación” no dio el paso esperado a una educación plena e integral, base para disponer del tiempo capaz de dotar al hombre, de una comprensión sobre el desarrollo histórico de su propia especie. La civilización capitalista se va a caracterizar por una superestructura de una sofisticación y complejidad sin igual sobre una infraestructura de desarrollo desigual y combinado, en la mayoría de los países, producto de la incorporación de lo más avanzado y desarrollado en ciertas ramas de la economía, por un lado, frente a otras rezagadas, por el otro.
Pedro Pablo Verasaluse
pedropabloverasaluse@gmail.com